Las miradas se condensaban en rostros cubiertos de cansancio. La hora propiciaba el desvelo de las formas, las sustancias volaban como si fueran interrogantes, me arrojaron contra la pared, estaba sola, aislada de la certeza, las olas me pegaban, me salvó una farola, recordaba haberla visto, aquella tarde. Me agarré a la almohada y me desperté.
Aa Maria Tapias Garcia.
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