Caminaba por una calle estrecha, iba a la fotocopiadora, a mi oido, llegó la frase" Va a llover hostias", un hombre se lo contaba a otro hombre. Tomaba una cañita en un bar, un padre le gritaba a su hijo" Sigue así, que te meto otra hostia". Su cara me daba miedo. A muchos kilómetros, de esta violencia verbal, se halla la violencia de aquéllos, que ejecutan al silencio de rostros desdibujados; de bustos de color naranja, atrapados por cuchillos; de piernas arrodilladas frente a la intolerancia; de sueños decapitados bajo la sombra de la crueldad. La maldita violencia grita una y otra vez sobre la paz.
Ana Maria Tapias Garcia.
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