domingo, 19 de julio de 2015

Despedida

Mi sobrino, Guille, ha pasado veintdías con mis padres y conmigo, todo llega hasta la despedida. Unudo cargado de lágrimas anhelaban salir por mis mejillas, para correr sin miedo,  hasta llegar a mis labios,  para besarlos con ternura.  No salieron, tal vez, Guille, me almacenará, asi, en su memoria
no quería.
Siemprrecuerdo con pena,  cada vez qunos ibamos de viaje,  mis hermanas, mis padres y yo, eel Ford Fiesta; mi abuelo salía al balcón,  obsevaba cómo se alejaba el coche; oia el ruido del motor,  que se camuflaba al doblar la calle  con otros sonidos. Miraba por la luna ddetrás del coche con tristeza, codesolación, con la, aguda,  sensación quno lo volvería a ver.
 Desde entonces odio las despedidas y los balcones.

Ana Tapias

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