lunes, 6 de julio de 2015

Malabarista


Observaba a mi sobrino, unía una y otra vez dos globos a una cuerda; le miraba absorta, intentando adivinar qué inventaría al llegar a adulto. En las terrazas que adornaban la Plaza Mayor, ví a un chico, joven, jugando con fuego, encima de una bicicleta ddos ruedas, poco público le seguía. Enfrentmía, una mujer de veinte años, discutía con su novio. Pensé que alguien que te saca asi de quicio, es mejodejarlo. Una patrulla de la Policia Nacional acariciaba la seguridad. El malabarista llegó a mi lado, me preguntó nde había gentpara actuar. Mi contestación fue breve, mdio las gracias, se fue. Oí aplausos, se alejaba de la Plaza. Envidié su libertad, su no sometimiento a las normas, su agilida con la vida.

Ana Tapias

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