Guille, queria ver la huerta de la que tanto hablaba su abuelo. Fuimos al Cubillo, pequeño pueblo segoviano. Mi padre va cada dos dias a regar. Busca refugio a su orfandad, camuflándose con el paisaje que sembraron sus padres.
Al bajarme del coche no vi a mi abuela, como otras veces; al llegar a su casa, en la que vive uno de mis tios, no oi cantar a mi abuelo, como otras veces. Le comenté a mi madre" Hoy no siento tristeza". Tuve que entrar en la casa, lo hice por la cuadra; mi abuela me enseñaba los chotitos; mi abuelo ordeñaba. Mis lágrimas flotaban, exhaustas, de un lado hacia otro, incapaces de asumir la derrota del paso del tiempo.
Guille fue feliz, es analfabeto de la ausencia.
Ana Tapias.
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