Estoy dias despedimos a Paulino. Conozco la sensación de impotencia, de que tus ojos se desbordan sin cauce por las mejillas, de que tu vida sea el latido, la respiración, el silencio de tu misma sangre, desdoblada, adormecida, ausente en la cama de un hospital.
Mi abuelita, Encarna, me habla desde esa cama, me sonrie. Salgo del hospital entumecida, anhelando un abrazo de las estrellas para mitigar mi dolor, que es la suma de todos mis antepasados encapuchados bajo el tiempo.
Ana Tapias
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