Hemos llegado a un punto, donde no sabemos
vivir sin el plástico; donde nuestros actos son dirigidos por sus deseos;
donde nuestros sueños son envueltos y moldeables en múltiples deseos; donde
nuestros olvidos asesinan peces en el fondo del mar; donde nuestras lágrimas
nunca son desechables. Por eso, es necesario que practiquemos, pequeñas, cirugías,
diarias, a los plásticos que forman parte de nuestro esqueleto; para que, podamos usarlos de nuevo, y así
nuestro, mundo, estará menos contaminado, más sano, más apto para las generaciones,
que no entiendan nuestra adicción al plástico.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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