El día se desvanece sin hacer preguntas. Apura los últimos momentos antes de bostezar, para irse a soñar a la otra realidad; donde los días
y las noches no tienen límites; donde lo imposible no se agota; donde no se
hilvanan muertes con nacimientos; donde no se saturan las comisarias del alba;
donde la justicia no es utópica; donde no se vende la ternura; donde no se agotan las palabras; donde hay margaritas sin
pétalos; donde se canta sin vocales ni consonantes; donde se imita a la imperfección. El día es un enigma de segundos,
de minutos, de horas, que se duermen para
despertar.
Ana Tapias( todos los derechos reservados) ©
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