Estas dos amapolas,
las encontré caminando en los jardines de la Granja San Ildefonso. En Segovia
ya se han exiliado al adiós definitivo. Pero, estas dos amapolas, permanecen fieles a
la vida, en un entorno que nunca piensa en ellas; que nunca sueña con su
eternidad; que nunca riega su destino. La resistencia tiene muchas caras desde
las sonrisas a las lágrimas. Cada una es necesaria para nuestro
aprendizaje; para nuestra continua evolución como seres, cargados, de silencios
y de soledades, que culminan siempre en el recuerdo, donde una vieja fotografía
es radiografía de nuestra existencia, en un mundo que nunca nos invitó a ser felices.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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