Hay tantas guerras, invisibles, que pasan
desapercibidas a nuestra mirada, fugitiva, que siempre huye del dolor, del
sufrimiento, de la desdicha de aquellos a quienes no conocemos. Son seres, olvidados, en medio de trincheras; al lado del bando perdedor; posicionados
en la textura de resistir o de huir. La frontera de Estados Unidos, esta siendo
asediada, por miles de personas, que buscan un futuro a la guerra,
interminable, de sus países. Países donde no caen bombas, pero si son tratados
como refugiados del hambre; donde sobreviven cargados de heridas; donde caminan
sin futuro por calles, repletas de cadáveres anónimos. Así que, vencidos, por
la incertidumbre, recorren miles de kilómetros con el corazón afixiado de sueños;
con el alma incoada por la esperanza de vivir en una sociedad mejor, pero, al
llegar a México. son retenidos en albergues. Las medidas de presión del
gobierno americano, también son
aplicadas por Honduras, Guatemala y el
Salvador, ya que, temen las sanciones económicas, que hundirían a sus estados
en un fango difícil de erradicar y mientras, miles de niños acompañados por sus
padres, por sus madres, son fusilados por medidas del gobierno americano,
incapaz de crear un mundo para todos, un mundo donde los refugiados sean
capaces de sobrevivir a sus tragedias. Es más fácil, gritar, amenazar,
encerrar, que crear oportunidades. Es más fácil, ser un héroe si eres un patriota.
Es más fácil, el odio que vende armas, que construye muros, que invita al
racismo, que dar abrazos a los hermanos, que sembrar sonrisas, que dibujar paisajes para el encuentro. Hay tantas guerras sin bautizar
que deberían ser condenadas.
Con toda mi admiración a los miles de
centroamericanos que dejan sus vidas en la frontera
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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