Las trabas, las zancadillas, los baches del destino, no cesan lo largo de nuestra vida. Pocas personas se libran de ellos. Todos acabamos llorando ante situaciones que nos desagradan, que no controlamos, que superan nuestro sentido común, que desgastan nuestros sueños, que fulminan nuestra esperanza, que recortan nuestra autoestima. Las dificultades nunca anheladas, han de proporcionarnos gotas de experiencia para seguir luchando sin mirar hacia atrás.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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