El olvido forma parte de nuestra
lista de espera de lo ineludible. Un día, sin llamar a la puerta, se sentará en
nuestra memoria. Besará nuestra mirada. Jugará con nuestras manos; donde cogerá
un tenedor, con el que comeremos el silencio; masticaremos la soledad que supone
no acumular recuerdos; que acaricia el amanecer sin miedo a desaparecer; que busca la ternura del momento, para sentirse
acompañado; que canta a las lágrimas de calendario,; que besa al abecedario del
paso tiempo, donde el olvido es una herencia anónima.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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