Somos seres caducos, nos rompemos segundo a segundo, sin darnos o cuenta, o tal vez, algunos si lo hagan, y por eso vayan por la vida con el entrecejo contrariado, averiado, desfigurado por la duda. Pero, llegados a un punto de tolerancia con el destino, es mejor rompernos con suavidad; soñando que la vida es maravillosa; caminando sin desfigurar la esperanza; acaramelados a las sonrisas; desconcentrados de todo lo que suponga ser un cadáver; sujetos a la esperanza. Por eso, llegado un momento es necesario pegarse sin miedo.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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