Nunca sabré a ciencia cierta, si mi infancia, es
la única patria que me queda. Poseo imágenes, sueltas sin conexión, ni sentido,
ni dirección. Mi memoria, con el paso de los años, se ha erosionado con la lluvia
del dolor; con la caricia del sufrimiento; con la invasión de seres imposibles
de añadir a mis chanclas de rio; con las
mutilaciones de mis muñecos, a quienes
tanto abrazaba en mis soledad; con la bruma de mis cadáveres olvidados; con la
ausencia de mis velas que soplé con dificultad; con la venganza de los
extraterrestres, quienes nunca se van de las noches estrelladas. El recuerdo de
quién fui no me pertenece, se ha borrado en un calendario fantasma.
Ana Tapias( todos los derechos reservados) ©
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