Nuestras miradas, se paralizan ante la grandeza, obviando lo pequeño, lo
minúsculo, lo insignificante, que es tal vez, lo más importante, pues todos
somos hormigas sumergidas en un destino de sombras; donde hemos de
acoplarnos a las distancias; donde hemos de susurrar a nuestros miedos; donde
hemos de llorar a nuestros sueños; donde hemos de ser fieles a la
nostalgia del ayer; donde hemos de caminar entre surcos inundados; donde hemos
de sobrevivir a monumentos sin corazón. Por eso, nuestras pupilas, han de detenerse
ante esos, pequeños, detalles, sin nombre, que es donde se bautiza la esperanza.
A mi amiga Mari Tere, con admiración y cariño por su lucha, pequeña, diaria que la hace grande.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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