Un vaso cargado de agua, es tan transparente como un corazón herido,
fusilado, atormentado por el sufrimiento, que lo desgarra en lágrimas,
incontenibles, que derraman en la rutina seres con trajes, acomplejados, por el
destino; que se refugian dentro de sus gafas de sol, para llorar en silencio;
sin ser observados por la masa que corta las calles; que cruza semáforos; que
bendice el consumismo; que alaba lo corriente, lo soso, lo pegadizo; que
desprecia el dolor; por eso, el dolor contemporáneo se disfraza de estrés ciego de sentimiento.
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