La memoria se pierde entre laberintos, entre jeroglíficos, entre puzles, imposibles de descifrar. Es verdad, que fuimos jóvenes, pero nunca lo recordamos, pues somos estatuas con presente, sin pasado y ni futuro. Solo nos pertenece el momento, y tal vez, por eso fotografiamos el olvido, para que se ancle a nuestro destino, dentro del cual tuvimos un corazón que latía, unos ojos que miraban, unas manos que sentían la belleza de estar vivos.
Ana Tapias/ todos los derechos reservados©
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