Vivimos tiempos de Covid, donde la única manera de salvarse de una muerte,
no deseada, es anclarnos a nuestros hogares, encerrados dentro de
paredes, aupados por nuestros recuerdos, bendecidos por nuestros antepasados,
quienes nos observan, desde la lejanía de sus fotografías. Sus rostros son solemnes,
mayestáticos, condescendientes con el futuro, que no llegará a sus venas, pues
su sangre se heló en el calendario. El futuro somos nosotros, que sobrevivimos
recordando espacios, donde dábamos la mano a nuestros abuelos; donde caminábamos
cerca de nuestros amigos: donde jugábamos a ser todos uno en la misma
pandilla. Son espacios para resistir al miedo, para sortear la
incertidumbre, para vencer a un virus que no nos deja volar.
Ana Tapias) todos los derechos reservados©
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