El
hombre joven, de la fotografía, es mi tío-abuelo Amador; quien murió a los
cuarenta años; recién casado, y aún feliz, por su nueva vida; dejando atrás, a
un padre desconocido, quien también murió joven, demasiado para recordarle; a
una madre, que, sin un riñón, tuvo que trabajar, de sirvienta, para sacar
adelante, a sus tres hijos pequeños. Nunca pudo estudiar, ni ser libre para ser
él; pues la supervivencia era su monotonía, alterada por una Guerra Civil, en
la que se vio involucrado, y a la que también hubo que adaptarse. Desconozco
sus palabras, sus gestos, sus pensamientos, sus sentimientos, sus alegrías, sus
lágrimas; pero algo dentro de mí, intenta rescatar su corazón, con mis dedos,
apenas intangibles, para escuchar el lejano latido de su memoria.
Con todo mi cariño, a la memoria, de Amador Heredero Sanz, siempre en mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario