El viejo, el vetusto, el venerable, Acueducto, proyecta su sombra,
disminuida, mermada, acortada, sobre los edificios; que le sirven de espejo de sus anhelos, de sus
sueños, de sus esperanzas, que sonríen, que lloran, que susurran, entre
desconocidos, que van y vienen, entre sus arcos que fotografían para formar
parte del ayer como él; que nunca se ha rendido, pese a la erosión de la
vegetación, que se acumula, sin pedir permiso, sobre sus arcos; hartos de espiar en soledad, el caminar de los
seres mortales, que siempre se rinden ante el silencio, que cada tarde, se
bautiza de nuevo para ser fiel al olvido.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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