El destino nos lleva cada día a ser parte del ayer; a adentrarnos en el mañana; a suspirar la nostalgia de los que se fueron y permanecen en nuestras miradas; que caminan, cada atardecer, envueltas en el olvido, de la monotonía, que nos secuestra, que nos intimida, que nos acosa; para perder nuestros sueños y entregarnos a las obligaciones de otros; que nos impulsan a caer en la derrota de caras sin utopías, que nos convierten en lágrimas de la vida, que se escapa al ritmo de nuestros pasos.
© Todos los derechos reservados) Ana Tapias
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