Una muñeca sonríe al futuro; a su alrededor, se encuentran viejas
fotografías; de los que resisten el paso del tiempo, cobijados por la memoria;
invitados por la inmortalidad a ser dioses del recuerdo; que acaricia a la
muñeca, que conserva su belleza, pese a ser una anciana, con arrugas del
silencio; que inundan los ojos de su dueña; una mujer mayor, que suspira por abrazar
el tiempo pasado, donde fue joven, y sus pies juntaban sonrisas; que se despiden lentamente de un mañana, que arrojará
a una muñeca a otro lugar, donde nadie, le invitará a crecer entre sus hijas; donde nadie, le esculpirá
besos en las mejillas; donde nadie, le ensañará a leer en sus labios. Una
muñeca llora su destino.
Con amor a mi madre, que tan bien cuida a sus muñecas.
© Todos los derechos reservados) Ana Tapias
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