Me trajeron los reyes
magos, de los años 70; una muñeca
perfectamente vestida, con gorrito y todo, que cuando le quitabas el chupete
lloraba( apenas me acuerdo de ese detalle); entonces me debió parecer un
milagro, que un ser inanimado que cobraba vida en mi corazón pudiera llorar; ni
me planteé cómo lo hacía; nunca me gustó pensar en cosas de otros; la llorona
era eclipsada en mi sentimiento, por el
muñeco que me regalaron mis abuelos, cuando tenía dos años; le bauticé como
”Coco”; tal vez, porque era un nombre
asequible para mi vocabulario; la llorona, era una muñeca sin sentido en mi
dormitorio que sobrevivía bajo mi indiferencia a los largos inviernos, a cortos
veranos; que le dejaron exhausta de mi apatía; fue apartada a un armario, de
donde salió al nacer mis sobrinos; que
se emplearon bien con ella, puesto que le dejaron sin un brazo y sin una
pierna; que forman parte de mi infancia; que yace mutilada en la llorona, a
quien miro con cariño porque “Coco”, sigue vivo.
© Todos los derechos reservados) Ana Tapias
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