Nunca había entendido lo qué singificaba la muerte de un ex-presidente de gobierno, hasta que he escuchado la de Adolfo Suárez. Las lágrimas de Arias Navarro me parecían extravagantes en un hombre tan mayor. Según se van acumulando muertes en el curriculum familiar las lágrimas se van desgastando hasta que no llegan a los ojos. (Arias Navarro era un troglodita para mí). Comía, mientras el presentador daba la noticia. Sentí ganas de abrazar a sus hijos, nietos, hermanos, sobrinos. No abracé a nadie, sólo escuché la cronología de su lucha por la democracia.
Con el tiempo, la figura de Adolfo Suaréz será una sombra mítica imposible de igualar. Una sombra aliada del progreso de un país, que veía la televisión en blanco y negro asustada de lo que significaba verla en el color de la pluralidad. Una sombra sin cuyos actos no tendríamos libertad ni para olvidar.
Con el tiempo, la figura de Adolfo Suaréz será una sombra mítica imposible de igualar. Una sombra aliada del progreso de un país, que veía la televisión en blanco y negro asustada de lo que significaba verla en el color de la pluralidad. Una sombra sin cuyos actos no tendríamos libertad ni para olvidar.
Descanse en paz nuestro primer presidente.
Ana Maria Tapias Garcia
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