Los corruptos y sus corruptelas llenan nuestras horas con sus hazañas, que buscan ser más ricos que los que no somos héroes de las finanzas. La corrupción corroe mi esperanza en el ser humano, al menos tengo fe en el paisaje. Él, no me defraudará, no venderá ni comprará el aire para hacer una casa, que luego abandonará a su muerte. Él, no traicionará a las hojas de los árboles, para irse a un paraíso fiscal, donde esconderá la doble contabilidad de sus zapatos de marca. Él, no mirará desafiante al juez, mintiendo sobre sus supuestos negocios.
Los corruptos deberían ser colgados del paisaje de la vergüenza pública, y ser condenados por cada ciudadano a quien afecte su corrupción , para que sientan lo que es el dolor.
Ana Maria Tapias Garcia.
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