lunes, 28 de julio de 2014

Dentista

Cada seis meses he de ir al peridoncista, mis encías se inflaman con frecuencia y han de ser controladas. Mi higiniesta se llama Mónica es agradable, me cuenta cosas antes de someterme a la tortura de la limpieza, lo hace sin anestesia. Procuro no moverme, no pensar en nada, el ruido eléctrico se mete en mis oídos cuando se acerca a ellos. Mis encías acumulan sarro a pesar de mi sumo cuidado en limpiarlas, pero he sucumbido a los caprichos de la genética, soy una oveja modorra de la evolución, dentro de seis meses vuelta a la tortura, eso si con abrigo.

Ana Maria Tapias Garcia. 

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