Los niños en Gaza no han aprendido a jugar, no saben lo que es un rastrillo, una pala, un cubo, correr en busca de agua para hacer un castillo en la arena. Han de conformarse con andar por la hierba de bombas que un bando y otro bando arrojan cada noche. La venganza se ha instalado en su monotonia. Nadie escucha los lamentos de los niños, que mueren sin sentido, para ser enterrados en fosas cubiertas de tragedias.
Los niños en Gaza han de ser adultos antes que nada. Los niños y sus metralletas llenan los valles de palas ensangrentadas, cubos huerfanos y rastrillos héroes de ataques aéreos.
Los niños en Gaza escupen la rabia de la venganza, cuyo juego aprenden sin remedio en sus hogares masacrados por la violencia. La violencia es palabra imposible de borrar de sus dibujos. Los niños en Gaza son guerrilleros del dolor.
Ana Maria Tapias Garcia.
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