El cielo de Gaza es un constante ir y venir de aviones que dejan estelas de huesos. He perdido la cuenta de los niños que han muerto, creo haber oído en el telediario que hoy eran ocho, no pongo mucha atención, es verdad. Cierro mis sentidos para no llorar. Mis lágrimas no claman venganza pero entiendo los deseos de ella, cuando veo los cadáveres de bebés, los cadáveres de niños en manos de sus padres. La venganza es una consecuencia del odio Israelí, que ya ha dejado mil muertos en las calles, en las aceras, en las casas, en los hospitales, en los tejados, en las ventanas. Aquellos que planean las matanzas de inocentes, se les encontrarán más tarde o más temprano, vagando por sus conciencias y la deflagración de sus sesos les dejará al desnudo, cubiertos de sangre, llenos de odio, encrustados en la irrealidad de una matanza que no se entiende.
No más violencia.
Ana Maria Tapias Garcia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario