sábado, 11 de octubre de 2014

Exhumar un rastro

El acueducto de mi ciudad no necesita ser exhumado, pero sí lo  necesita el rastro el ébola. Ya son 17 personas ingresadas en el Carlos III, es cierto que 16 no presentan síntomas, y, sólo Teresa, querida Teresa, está infectada. Sus pasos anteriores al ingreso,  se han seguido como si fuera una criminal cuyas huellas le incriminan. Hay vecinos que han abandonado sus casas,  por miedo a correr la suerte de Teresa. 
No sabemos mucho del contagio, sólo que mata con decisión, con dureza, sin miramientos. Hay taxistas que no quieren llevar a gente de  color en sus vehículos.
El rastro del  ébola nos lleva a intentar sobrevivir, en un mundo que no creyó necesario investigar una vacuna, porque morían los negros, y, ahora los negros somos nosotros. La vida es un pañuelo, ya lo decía mi abuela. 

Ana Maria Tapias Garcia.

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