No soy una niña-Halloween, soy una mujer-todos los Santos. Voy al cementerio, compro buñuelos, antes llevaba flores a mis abuelos, ahora les cuento las travesuras de sus bisnietos. Las únicas calabazas que tengo son las el huerto de mi padre, que sirven para hacer un buen puré. A veces recibo calabazas sobre mis pensamientos, que se abomban cayéndose a mis pies. Las brujas, los monstruos, y demás disfraces, les encuentro en mi rutina. ¿Truco o Trato?, me preguntan, sigo mi camino pues soy una niña católica, que sólo llora en los funerales.
Ana María Tapias García.
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