Ella, ya no es ella, es su cadáver que no llora, que no levantará a un ejercito de mujeres que acumulen ladrillos en sus vientres, como si fueran hijos para ser más fuertes, que quienes las ejecutan. Ellas resistirán la venganza de una cultura, que las maniata a una cuerda para hacer justicia. Ellas somos nosotros: hombres y mujeres que caminamos con su olor.
No más lapidaciones.
Ana Maria Tapias Garcia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario