Hace un año que 200 niñas, fueron desdibujadas de sus vidas, sus rostros se han difuminado en el olvido, sus sonrisas caen al abismo de la violencia, que es una camisa cubierta de sangre, imposible de lavar, sin ser derrotado por más manchas, sus ojos lloran su cruel destino, mientras que sus frágiles manos son esposadas, bajo la mirada de un hombre, Boko Haram, que es feliz alimentando el dolor. 200 niñas mutiladas, asesinadas, torturadas, por una causa sin amanecer.
A ellas.
Ana. M. Tapias G
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