lunes, 13 de abril de 2015

Sala de espera

E las salas de espera del hospital, los pacientes mirael volante que hade entregar a la enfermera, que suele ser reticente a ser amable con los enfermos, quienes agudizan su ingenio, para no caede bruces en un ataúd prematuro. 
Escribía los párrafos anteriores, euna incomoda silla del hospital, esperaba a mi madre, la mujer questaba a mi derecha se movió, la pregunté" Si la molestaba", "No, no, lo haces, es que mduele mucho y ya no sé cómo ponerme", me contestó. Tien un Herpes como mi madre, el suyo en otro lugar, los mismos sintomas. Me convertí en una celestina, que buscaba quencontrara su perdido ánimo, entregado con pasión a su Calisto particular: el dolor. Agarraba mis manos con ternura, coesperanza, en que volvería a jugar a las cartas con sus amigas, a caminar sin bastón, a sonreir.
Es necesario escuchar, respetar el dolor ajeno, acompañar a la melancolía de los rostros desconocidos, qunos acercan a nuestro mañana.

Ana. M. Tapias G

No hay comentarios:

Publicar un comentario