147 estudiantes cristianos lloran en Kenia, a través de sus padres, de sus abuelos, de sus hermanos. La máquina de matar ha instaurado su dictadura del terror. Robespierre ha vuelto, para eliminar a quienes no comulgan con sus ideas, con su fe, con sus tradiciones. Sus saltos obesos de balas nos empujan hacia el suelo, para acribillarnos, para rematarnos, para enterrarnos, bajo su odio.
Aquéllos que matan son humanos con epidermis de miedo a la tolerancia, al respeto, a los sueños de montar en bicicleta, de acariciar el atardecer, de besar la luz de la luna. Aquéllos que matan han olvidado las palabras, para ser sangre.
Ana. M. Tapias. G
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