La familia, los amigos, la sociedad, la realidad, nos abruman con problemas matemáticos, imposibles de resolver, que nos agotan, que nos llevan al desfiladero del dolor, por eso es necesario buscar un lugar para perderse y refugiarse en el otro yo, ese nos lleva a sonreir a pesar de las dudas, ese que nos acaricia cuando nada sale como queremos, ese que nos pervierte a salir a pasear, cuando el cansancio nos acecha, ese que nos hace creer que volar es cuestión de mover los brazos.
Ana. M. Tapias G.
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