Cuando llegó a Madrid procedente de mi ciudad Segovia, siempre me pasa lo mismo: me asusta el ruido que llega a mi cuerpo como si de un aviso de tsunami se tratara. Las ambulancias se pelean por hacerse oir entre coches de bomberos, coches de la policia municipal, de la policia nacional, contra los camiones, coches enfurecidos. Los semáforos dan señales de vida con un pitido que anuncia que se puede pasar. Las máquinas anuncian edificios en obra. A veces el viento sopla y canta una canción sin final feliz que llega de los teléfonos moviles, donde un hombre habla con ternura a su mujer, donde un niño pide a su padre galletas de chocolate, donde un abuelo rie con las primeras palabras de su nieto.
El ruido es la voz de la vida. El silencio es color de la muerte
Ana Maria Tapias Garcia.
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