Hay días, como el de hoy, que elijo algún recuerdo de mi infancia; lugar en el que siempre me acomodo cuando llega el cansancio. Cierro los ojos, vuelvo a aquellas tardes de lluvia: dejaba en casa los libros, hastiada, aburrida, agotada, de las clases, que no me gustaban. Salía a la calle, con mis botas, blancas, de goma, a saltar en los charcos; para sentir el agua debajo de mis pies, que era como volar en las gotas de lluvia. Mis pies han envejecido; se han curtido en el camino; se ha vuelto agnósticos de un mundo que ha olvidado la inocencia.
Ana Tapias
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