Los no humanos se condensan en la especie, de las máquinas, a las que las ha tocado el género femenino. Ellas nos vigilan en silencio. Si pudieran hablar, nos aconsejarían que fuéramos más felices; que escucháramos menos, el rumor de los idiotas, que nos rodean; que tengamos en la salud, el mejor logro para sonreír. Hemos de pararnos a su lado, para acariciar su sinceridad, tal vez, sean las únicas que nos traten con cariño.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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