miércoles, 14 de marzo de 2018

Pedro

Pedro llegó a mi vida a los seis años. Sor Felicitas, la monja concepccionista, que me pegaba contra la pizarra por no saber sumar, hizo una rifla en clase. Participé con 25 pesetas,  me toco. La monja maltratadora, que hoy iría a la cárcel,  me hizo llevar más dinero, pues dijo, que era poco, y que había niñas que habían puesto más pesetas que yo. Yo era una niña timida ; entregada a su mundo interior, abocada a recibir las risas de las niñas de la clase más extrovertidas; miedosa de la religión, que me acosaba a través de las monjas del colegio.  Llevar a Pedro entre mis brazos el dia de la rifa, fue como cargar con la cruz camino del Monte Calvario. Pedro, nunca fue mi muñeco mejor-amigo. Su bautismo en aquel colegio, no me dejaba querererle, pero siempre lo respeté y lo mantuve a mi lado. Mis sobrinos lo dejaron sin zapatos, asi que, se ha visto obligado a correr con Heidi descalzo.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)

No hay comentarios:

Publicar un comentario