La sensibilidad es consecuencia de un egoismo achacoso, con décimas de fiebre, que se cuece a fuego lento, para ser devorado en un plato como si fuera un mejillón vacio de su ser. Algunos, optan por no comer más allá de su mirada; otros, se lanzan hacía la cazuela a cazar instantes ajenos, para comprenderlos, asimilarlos, portarlos, como parte de sus digestiones. Profanando la sensibilidad, tratándola como sustancia de su pensamiento, quien nunca se atreverá a poner el termómetro al egoismo.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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