Cada día, he pasado junto a ella; la he abrazado con mi mirada; la he susurrado con mis fotografías; la he acariciado al terminar. Nunca me atreví a besarla, no fuera a ser que pusiera celosa a una abeja y me picara. Tal vez, debería haberlo hecho, para así, sentirla junto a mis labios, y no olvidar nunca mi primer beso a una margarita; pero no lo hice, y siempre me arrepentiré por ello. Mañana, cuando vaya a su encuentro no estará; lo sé; me lo dice mi corazón de flor, que escucha el eco de sus lágrimas desde mi jardín de sueños.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
No hay comentarios:
Publicar un comentario