Cada amanecer, me levanto con la sensación de tener otra vida golpeada por gente que me hace feliz, que me rodea de ternura, que me acoege dentro de sus sueños, que sonríe sin pedir nada a cambio, que no me gritan que soy diferente, que me invitan a posarme en su incertidumbre, que me aconsejan sin recriminarme, que me escuchan sin reproches, que me guían por el arco iris, que olvidan sus manos para escribir con las mías. Pero, al cabo de un rato, retorno a mis pesadillas rutinarias cargadas de egos rotos.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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