Cuando una amiga
de la adolescencia, desaparece de tus momentos, y se recicla pasados los
años en forma de muerte prematura; sólo queda escuchar a, Serrat,
para curar la herida del corazón. y llorarla envuelta en la ternura de los
catorce, de los quince años; que no conocían la despedidas; ni agonizaban en la
experiencia; que
anhelaban cruzar la utopía descalza. La amiga, con la que te has cruzado por
las calles de Segovia; que a veces, has reconocido y has saludado. No
envejecerá contigo; no soportará los dolores de huesos; no se mirará al espejo
con nostalgia; no venderá su sonrisa por un amanecer con memoria. La
amiga, pasará a tu calendario de soledades, donde día a dia, la hablarás
de tus cosas como si fueran suyas. A pesar de su respuesta como silencio,
sabes que nunca te abandonará. Pero, sientes no haberla dicho que la querías,
que la echabas de menos, que siempre estuvo a tu lado a pesar de llevar vidas
tan distintas. Cierras los ojos, lloras y ella no está.
Con cariño a la memoria de Águeda Rubio, que se fue a los 48 años. Nunca
te olvidaré.
Ana Tapias(
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