jueves, 19 de julio de 2018

Voces del colegio de monjas

Estudié en un colegio de monjas clasistas y provinciano:  las Concepcionistas. Era una niña tímida y lo sigo siendo. Fui diana perfecta para mis compañeras. Se reían de mi, sin consideración, ni empatía, ni importarlas mis lágrimas abocadas al olvido. Años y años, soporte estoicamente sus burlas. Estoy convencida, que ese ambiente torturador me hizo sacar peores notas de las que merecía. Tras terminar 3 de B. U. P, el peor año sin, duda de todos, me sentí liberada, pero me equivocaba, pues sus rostros duros, negros, engreídos, me han acompañado, estos años, en mis terrores nocturnas, donde sus risas me acosaban como entonces. Esta mañana, volví a oír a una de ellas, se llama Virginia, no ha cambiado. Me hice la despistada, al pasar a su lado, es lo que tiene ser sombra, sólo te pisan. Pero su voz, me recordó a mi adolescencia desdibujada bajo sus palabras de odio; descreída en sus aromas de superioridad; deforme bajo sus miradas agigantadas; deshabitada de la amabilidad por sus golpes a mi autoestima. El dolor nunca se pierde en la memoria, es un semáforo de color sin pedir permiso.

Ana Tapias( todos lso derechos reservados)©

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