Cuando todo se detiene a nuestro
alrededor; cuando hasta las estrellas, parece que han dejado de brillar; cuando
los gritos, de dolor asoman a nuestras lágrimas, es necesario escuchar a
nuestro silencio, para no dejarse vencer;
para seguir sus protocolos, siempre necesarios, nunca, ausentes, de
nuestra rima interior. El silencio nos acompaña, hasta el otro lado de la
realidad, donde la luz es palabra; donde el alma es latido; donde la melancolía
es recuerdo; donde la duda es certeza. A veces, hemos de acariciar la
incertidumbre, para poder hablar con certeza.
Con amor a Felipe
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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