El recuerdo muere lentamente, bajo la lluvia de la memoria que
nunca es fiel; que pierde la necesidad
de acompañarnos; que canta sin miedo al olvido; que visita otros cuerpos más
jóvenes donde soñar sin caerse; que baila pegado a un momento que no se repetirá.
Pero, tal vez, el recuerdo resucite si lo guardamos con polvo, manchado y
cercado por las huellas del ayer.
Ana Tapias( todos los derechos
reservados)©
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