El
silencio de los segundos, nunca se agotan en el calendario, se imprimen en el
infinito como si fuera un augurio del alma, que vaga sin prisas, acogida a la
deuda de la soledad, inmersa en los solsticios de la razón, equinoccios de la costumbre,
desbrozos de las auroras, despidos de las madrugadas, descuidos de las estrellas
fugaces, despropósitos de las dudas, desalientos de las sonrisas. El tiempo
pasa, sin llorar, acogido a la eternidad de cada sonrisa, que siempre puede ser
la última.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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