jueves, 31 de octubre de 2019

Pesar, comer, tiempo, olvido



Vivimos como si fuéramos inmortales, pero la realidad, es que estamos limitados al paso de los años, que siempre es bueno celebrar, aunque no es conveniente acostumbrase, ni prudente  emborracharse de eternidad. Pues nadie, ni tan siquiera el olvido es eterno. El tiempo es una cuchara que devora, sin piedad, vorazmente, sigilosamente, cada segundo, donde intentamos ser felices; donde buscamos ser otros; donde escupimos sobre el dolor; donde creamos desde el silencio palabras; donde imaginamos a un dios sin espejo; donde descuidamos la higiene de los sentimientos; donde creemos en los sueños, donde cantamos bajo la nostalgia. Pero, la muerte vigila, agazapada, nuestros movimientos para hacerlos suyos; para dejarnos secuestrados en mitad de la nada, de donde nos recatará, de vez en cuando, el recuerdo.



Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

miércoles, 30 de octubre de 2019

Necesitamos rebelarnos

Tal vez, no esté todo perdido en esta sociedad, tal vez, aún podamos erradicar la meritocracia que encierra la democracia; que nos conmina a seguir leyes, que nos parecen injustas; que nos obliga a comulgar con ideologías de derechas o de izquierdas, que no nos representan; que nos impulsa a callarnos ante el gobierno de turno. Tenemos la obligación de rebelarnos contra aquellos, que nos encierran en su ideología. Hemos de aprender, a cantar bajo la lluvia a pesar del frio del destino. Hemos de ser fieles a nuestro pensamiento, no hipotecarnos en la cuenta bancaria de quienes solo ambicionan perpetuarse en el poder. Hemos de tomar las calles con palabras, no con gritos en contra de las ausencias. Hemos de ser capaces de conquistar corazones, no de incendiarlos en el odio. Hemos de jugar a tolerar, a respetar, a quienes nos intentan doblegar. Hemos de caminar, sin miedo, hacía nuestra libertad.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

lunes, 28 de octubre de 2019

La pérdida


Estamos en días, donde los muertos, nos hablan al lado de cada esquina; nos reclaman flores; nos piden lágrimas; nos susurran un abrazo  de nuestras debilitadas, agónicas, desdibujadas sonrisas; que se ahogan bajo la incertidumbre de la rutina; que nunca es como nos merecemos; que nunca es como esperamos; que nunca es como soñamos. Nada, ni nadie es perfecto, ni tan siquiera nuestros sangre enterrada; cuyas vidas, forman parte de aquellos minutos, congelados, de los que dudamos; de aquellos minutos exiliados, de nuestra almohada; de aquellos minutos desvanecidos, de las manecillas del reloj; de aquellos minutos sin rumbo, en nuestro calendario; de aquellos minutos camuflados de alegría, en nuestro armario. Nuestros muertos, esqueletos de nuestra memoria, se descalzan a finales de octubre y principios de noviembre,  para que sus pies desnudos, nos hielen la sangre de dolor, y nuestro corazón llore sin miedo.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

sábado, 26 de octubre de 2019

Escalofríos del tiempo

El tiempo es la única máquina de matar, que nunca se cansa de disparar; que nunca duerme;  que siempre está alerta ante las madrugadas; que siempre busca la ocasión para no pasar desapercibida; que adolece de transformaciones propias de nostalgia; que incita a las lágrimas del recuerdo.  La fotografía, es de mi tío abuelo, que llegó hasta los 105 años. Sobrevivió a casi todo: a la Guerra de Marruecos; a la Guerra Civil y a una condena a muerte que fue conmutada. Imagino, que mi tío, Esteban, sentiría  en su cuerpo deteriorado; en su mano inutilizada para trabajar, por los torturadores; en sus ojos opacos de imágenes; los escalofríos del paso del tiempo, pero nunca  se acobardó y siempre luchó por traspasar la barrera callada, silenciosa, perenne de la inmortalidad
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

viernes, 25 de octubre de 2019

El segundo entierro de Franco



Pertenezco a una de, esas familias, donde en la Guerra civil, los bandos enfrentaron a hermanos contra hermanos; quienes se reconciliaron al terminar la guerra. Nunca hubo odio en mi familia, pero, nadie murió; todos sobrevivieron, a pesar de ser condenado a muerte uno de mis tíos, cuya pena fue conmutada, por años de cárcel.  En mi casa, nunca se hablaba de la guerra, ni de Franco. Yo nací, en los últimos años de la dictadura, así que, no tengo recuerdos claros, concisos, específicos de la sociedad de aquella época, que no me pertenece. El Valle de los caídos, me lo encuentro, cada vez, que regreso de Madrid a mi ciudad. Estuve, una vez, con el colegio; no sé si tenía ocho años o diez años. El segundo entierro, de Franco, me produjo una sensación extraña, pues para mí y muchos españoles, era el primero; era tener noción de un dictador; quien fulminó la democracia cuarenta años: y me sentí a salvo de su visión de la vida y de la muerte; y me sentí libre de la cárcel, que encerró  a los españoles en unas costumbres, que no tuvieron más remedio que seguir; y me sentí mujer, en una sociedad,  donde somos iguales, donde nadie me dice cómo he de comportarme, ni qué he de hacer para ser perfecta/( pues me declaro imperfecta, del revés, rebelde)Todos los funerales, son tristes, pero este, era tardío para las lágrimas; era dañino para los represaliados, los fusilados, los que siguen en las cunetas; era solemne para los familiares, que permanecían hieráticos, firmes, abducidos por la memoria de su abuelo, de su bisabuelo, que salía en helicóptero, sin mirar atrás,  del lugar, donde aún permanecen enterrados miles de republicanos,  que deberían ser exhumados, para poder llegar a sus cementerios y ser llorados con la dignidad de los héroes. Nunca será héroe, quien no escucha, quien obliga, quien condena, a los que no piensan como él. Nunca será héroe, quien desdibuja la libertad, quien la oprime, quien la destina a formar parte de una bandera. El segundo entierro de Franco blindó mi alma de Constitución 
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

lunes, 21 de octubre de 2019

Reiventar a Cézanne

Esta mañana volví a pensar en Cézanne, al ver las naranjas de zumo, sin vida, en la terraza de mi casa. Visité su bodegón pintado en 1899, titulado “Naturaleza muerta con manzanas y naranjas". El paso del tiempo, ha dejado sus naranjas y manzanas, desdibujadas, por el polvo, de la nostalgia;   ajenas al devenir de la actualidad; bañadas por la melancolía de un siglo, que solo se estudia en las clases de Historia; cubiertas, por los silencios, de las personas que las tuvieron entre sus manos;  subyugadas, por un destino, que nunca es fiel a la tierra; descuidadas, por riego de la esperanza, pues todo es efímero hasta los sueños. Las naranjas y manzanas de Cézanne. son devoradas por esa cuchara sin principios que las devora sin piedad. 

Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

La pérdida del recuerdo

Una fotografía, de una mujer, bella, para su época, extraña para la nuestra; puede aparecer en medio del desorden de la rutina; al lado de la carencia de esperanzas; junto a la negación de la ilusión. Parece joven, pero también murió. Se quedo viuda pronto, con tres hijos, pequeños. a los que alimentar; entonces no había pensiones, y con un riñón de menos. Ella, ya no es nadie. Sus hijos murieron. Uno de ellos, con cuarenta años. Las otras dos hijas, legaron al mundo hijos, y estos nietos; quienes, desconocen, la existencia de esta imagen; que yo una de sus bisnietas, he encontrado, de casualidad,  en un armario, entre sábanas y un pañuelo, y, decidido rescatar del olvido, para que Flora, sea eterna entre mis palabras de recuerdo.

Con todo mi amor, a mi bisabuela
 Ana Tapias( todos los derechos reservados)©


jueves, 17 de octubre de 2019

Lo que se difumina

Ante la adversidad, todo se difumina, todo se pierde, todo se agota, la vida no tiene sentido; pero hemos de sonreír, para llenar nuestra mirada de esperanza; pero hemos de seguir sin miedo, para ser parte del universo;  pero hemos de cantar bajo la lluvia, para espantar al dolor;  pero hemos de sobrevivir a un mundo, que nunca se parecerá a nuestro deseo.

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Reconciliarse con el cansancio

El cansancio es como una piel de cebolla, que nos va desgastando, las emociones de los días de arco iris; los sueños de las noches de pesadillas; los sentimientos de los calendarios con niebla; las fragilidades, de las esperas, en los hospitales; las caricias, de los abrazos, en las despedidas; los atascos, de las angustias, ante los semáforos de la vida;  los besos, de los silencios, en los cementerios;  las soledades, de nuestras sombras, en los jardines; los pasos, de nuestras miradas, que lloran sin preguntar al horizonte; las nostalgias ,de nuestras infancias, en el recuerdo; los abismos del dolor, que nos asaltan en los recodos del camino; los olvidos de los amigos que nos crucifican; los testamentos, de los generales, de la Historia, que nos atan al pasado; los celos, de  nuestros compañeros, de espejos que nos invitan al grito.  El cansancio es como una cuchara, que devora nuestros interrogantes para dejarlos sin respuestas.

Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

miércoles, 16 de octubre de 2019

Violencia en las calles

Las calles, de algunas, ciudades de Cataluña, se están impregnando de violencia, tras la sentencia a los políticos, que mandaban en la Generalidad cuando convocaron un referéndum y proclamaron la república. El Tribunal Supremo, en una sentencia, que marcará tendencias en la judicatura; ha condenado a los procesados, a penas entre nueve y trece años. No hubo violencia; o si la hubo, fue una fantasía animada; una utopía en manos de unos idealistas; una caricatura de rebelión, porqué fue sedición. Así que, desde lunes, los radicales democráticos, crean un estado independiente en Catalonia. Deciden quién pierde aviones; quién se sube a los trenes; quién pude ir a trabajar o quién ha de sumarse a la huelga; para convencernos, al resto de los españoles( ellos también lo son)que son las víctimas de un estado fascista, que encarcela a sus líderes; que tienen el deber de atacar a un estado opresor; que son intérpretes, los únicos intérpretes, de su soberanía; que han de ganar la batalla, pues esto es una guerra entre hermanos.  Las calles, de algunas, ciudades de Cataluña, son bañadas por el odio, por el dolor, por el sufrimiento, de unas personas que no tienen bandera, porqué si la tuvieran la respetarían, y con sus actos no lo hacen. Las calles, de algunas, ciudades de Cataluña, lloran .©

Ana Tapias( todos los derechso resersrvados)

martes, 15 de octubre de 2019

Gotas de lluvia

Las gotas, invisibles, toman momentáneamente, los edificios; apenas anhelan la otra realidad donde serán almas con alas; apenas, pueden amar sin llorar la prematura despedida; apenas, olvidan el silencio de las palabras; apenas, cantan alabanzas en las iglesias; apenas cuentan susurros entre las montañas; apenas buscan bancos donde descansar; apenas señalan al olvido para recordar.  Las gotas, caducas, caen, como si fueran cenizas efímeras de la nada.
Ana Tapias( todos los derechos reservados))©

lunes, 14 de octubre de 2019

Caminar bajo la lluvia



Cuando oigo las gotas, resbalar sobre el asfalto; estrellarse contra los tejados; bañar las calles; deslizarse por las hojas; brindar en las fuentes. He de precipitarme, hacía ellas, para alcanzarlas, para besarlas, para abrazarlas. Los segundos, los minutos, las horas, caminando, bajo la lluvia, me transforman en un ser de agua, que se evapora al abrir la puerta de casa

Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

Paraísos perdidos entre guerras

!Hay tantas guerras en el mundo que nunca conoceremos! Cuyas poblaciones son aniquiladas;  cuyas palabras son derrotadas; cuyos suspiros son desdibujados, que es difícil, adentrarse en su geografía de la perdida. Pero algunas veces, los medios de comunicación  nos alertan sobre guerras, invisibles, para nuestra rutina de pasos rápidos, envolventes, trepidantes. Una de ellas, es la que se vive en la frontera del norte de Siria con Turquía. "Kurdos y Turcos, combaten cuerpo a cuerpo en aldeas", dice el titular de un periódico. Imagino, esas casas, construidas por los bisabuelos o tatarabuelos, de los habitantes, que son destruidas por los intereses de otros. Imagino, ese horizonte, de ceniza, que se cierne sobre la mirada. de los que aman su realidad. Imagino, el llanto de las fotografías, arrojadas al olvido sobre el fuego enemigo y solo puedo, llorar con ellas; solo puedo, dejar de creer en una sociedad que todo lo convierte en dolor; solo puedo, camuflarme, con esos muertos, que nunca volverán a soñar. Imagino, la soledad, de los supervivientes, que anhelan no recordar; no ser parte de ese paisaje sin sonrisa; no caminar en el hoy, sino volver a un pasado donde el eco era parte de su despertar.
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¿Cómo curar el paso del tiempo?


 Observo, las ,viejas, fotografías de mis antepasados, intento buscar en sus rostros huellas de alegría y de tristeza;  pero no me decido a definirme;  no apuesto por nada;  no distingo su ateísmo o su creencia en la vida. Ellas, ellos, también pensaron que nunca llegaría su ataúd, pero acabaron con una mortaja, encerrados en el adiós, cubiertos de olvido, secuestrados por los recuerdos de sus familiares, que desaparecieron, lentamente, bajo la dictadura del paso del tiempo. El tiempo nunca tiene cura, pero si parches de felicidad, para asumir el destino: ser parte del ayer.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

domingo, 13 de octubre de 2019

Nuevas elecciones


No creo en los políticos, ni en sus máquinas de poder: los partidos. En este país, los hombres que mandan, no se han puesto de acuerdo y nos vemos abocados a unas, nuevas, elecciones, este año ya son las quintas. Primero, votamos las "generales" a finales de abril; para luego volver, a votar, a finales de mayo las “locales, autonómicas y europeas" Siendo el nivel de confusión entre la gente como un atasco de papeletas. El lio es total. Algunos, amigos, me preguntado “¿Cómo se vota al senado? “La memoria electoral es efímera”, he pensado.  Otra vez, he de explicar, que han de marcar la cruz(que no la del Valle del Caídos, que de momento, sigue en pie)  sino los nombres, de tres sujetos,  a quienes nunca conocerán, pero de quienes se han de fiar. Tarea ardua, difícil, corrosiva, para el sentido común, y que , demás, pueden ser de diferentes partidos. Mi voto, lo voy a decidir a ciegas, entre todas, las papeletas que me lleguen, sacaré una, y así, me ahorro el pensar¡ Quién me va arruinar!

Ana Tapias ( todos los derechos reservados(©

sábado, 12 de octubre de 2019

El peso de la vida

La vida se rompe, se desfragmenta, se descompone en momentos, que nos dejan cubiertos de nieve, todo depende de nuestra ambición, de nuestro sentido de la realidad, para ser muñecos o para ser fantasía con corazón. La vida se desglosa, se descataloga, se desdibuja, dentro de una balanza, donde todo se compra, donde todo se vende;  donde la tristeza, se cuela, cada noche,  bajo las sábanas de nuestro ajuar funerario, que resucita cada amanecer.

Ana Tapias( todos los derechos resevvados)©

viernes, 11 de octubre de 2019

Tenemos la obligación de soñar


 Hemos de aprender a saltar sobre el dolor, por qué no, nos podemos rendir; eso sería caer en el fracaso de la vida, que  nos llega, cuando  el alma, cansada, herrada, vagabunda, decide adoptar un cuerpo, de una familia, a la que pertenecemos a pesar de no saber nada de ella;  decide, quedarse unos años, bajo el aroma de la primavera, para olvidar el invierno que es la nada;  decide eliminar al dios que la persigue, para creer en si misma;  decide bailar con la gravedad, para flotar junto a las estrellas;  decide seguir hacía adelante, pese a la incertidumbre. Tenemos la obligación de soñar en el  destino, pese a que nunca sea nuestro del todo-
Con todo mi amor, a mis cinco sobrinos.
Ana Tapias(todos los derechos reservados)©

jueves, 10 de octubre de 2019

La dictadura de la memoria

   


En mi familia, la Guerra civil, como en tantas otras familias, lucharon hermanos contra hermanos; en un frente cargado de silencios, de angustias, de dolor, de lágrimas. El destino, los llevó a ganar o perder la guerra. En realidad, las guerras siempre se pierden, pues todos  mueren, de alguna  u otra forma en ellas. Ninguno de los dos bandos, al terminar, peleó en las reuniones familiares, ni culpabilizó al otro.  Mi infancia, vivió la agonía de la dictadura;  que se deshizo en una cama de un hombre, al que no conocía, pero me mostraron su cadáver. Pasados los años, he ido leyendo, cuajando mi versión sentimental de las batallas de la guerra; he ido conociendo a los personajes de uno y otro bando. Últimamente, veo con estupor, como los partidos de izquierdas, reivindican la memoria de aquellos combatientes( a los que nunca conocieron) que se asemejan a sus ideas. Sería injusto decir, que pensaba lo mismo un hombre de los años treinta, que un hombre del 2019.  Esta memoria, es acatada como si fuera de una dictadura de la derrota; olvidando a las víctimas ,de aquellos, combatientes, quienes también fueron crueles, vengativos y ejecutores. En la guerra y en la postguerra, fueron asesinados muchos inocentes, entre ellas las "Trece rosas", treces mujeres, a las que lloramos cada cinco de agosto. Pero no, se habla de las·"Catorce monjas Concepcionistas", torturadas en 1936. Veo sus rostros, de unas y de otras, encajados en el tiempo, descuidados de la sonrisas, sujetos a la traición y sé que nunca quisieron morir así; sé que nunca sucumbieron a las ideas de los otros; sé que nunca dejaron de luchar; sé que nunca perdieron su fe en su dios laico o dios creyente; sé que nunca se desdibujaran donde nuestros corazones. Ellas, nuestras heroínas, forman parte de la memoria común, de una España, que olvidó el perdón, que perdió el respeto, que sacrificó la ternura. Una España, que no hemos de perpetuar en el presente.
Con todo mi admiración a la memoria de las Trece Rosas, y las Catorce monjas concepcccionistas
Ana Tapias( todos los derechos resevados)©

martes, 8 de octubre de 2019

Escribir desde el día de ayer




No sé, sí fui algo más, que una tímida sombra encadenada a la rutina. No sé, sí comí  para despedirme, de los seres, que me acompañaban. Seres, ya, sin digestiones, ni apetito. Seres que solo beben de la memoria, de donde también se desvanecen. No sé, si fui alumna, de aquel colegio, donde las monjas me pegaban y las niñas se reían de mi. No sé, si mis abuelos fueron los Reyes Magos de mi infancia. He perdido la noción del ayer, para encontrarla, tal vez, debería escribir desde mis recuerdos.
Ana Tapias) todos los derechos reservados)©

viernes, 4 de octubre de 2019

El dolor

El dolor, es una lanza que se cruza en nuestro camino; que nunca se exilia; que nunca postula por ser alegría, ni por cantar bajo la lluvia; sino por asesinar nuestra ilusión, por depauperar nuestra esperanza; por silenciar a nuestros sueños, que vagan sin horizonte, que comen sin apetito, que se desnudan sin ser admirados. Hemos de aprender, a sobrevivir con el dolor sobre nuestro corazón, pero, quiero creer que todo llega hasta la felicidad.
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jueves, 3 de octubre de 2019

Escanciar el paso del tiempo


No tenemos espacio para la duda, el tiempo es voraz y come cada pregunta sin respuesta, cada ecuación sin interrogante, cada sonrisa sin suspiro, cada lágrima sin pañuelo,  cada jeroglífico sin salida,  cada madrugada sin apetito, cada latido sin  destino, cada error sin goma, cada muerto sin ataúd, cada olvido sin pensamiento, cada atardecer sin luz, cada beso sin ternura, cada arco iris sin deseo. El tiempo no perdona a quienes sueñan, por eso es necesario escanciarlo en los recuerdos


Ana Tapias( todos los derechos resevados)



miércoles, 2 de octubre de 2019

Costumbres

La rutina,  nos  obliga levantarnos como si el día de hoy fuera el único a memorizar dentro de un calendario, donde tachamos los segundos que parecen firmamentos, para   llegar a  la Navidad, porqué en Navidad siempre nieva, aunque sea en las películas y eso nos deja acariciar la infancia, donde soñar parecía fácil.

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martes, 1 de octubre de 2019

Espectros demacrados

Los muertos, nos persiguen por las calles, mientras caminamos envueltos en la ternura del  frio, o despejados de la nostalgia en el verano. Los muertos, sigilosos, aprenden de nuestros pasos, el camino, olvidado, en la memoria de quienes lo recuerdan, que no cruzan semáforos con sus silencios, sino inmersos en el crujido de la rutina. Los muertos. somos también nosotros cuando nos creemos vivos.
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