Estamos en días, donde los muertos, nos hablan al
lado de cada esquina; nos reclaman flores; nos piden lágrimas; nos susurran un
abrazo de nuestras debilitadas, agónicas, desdibujadas sonrisas; que
se ahogan bajo la incertidumbre de la rutina; que nunca es como nos merecemos;
que nunca es como esperamos; que nunca es como soñamos. Nada, ni nadie es
perfecto, ni tan siquiera nuestros sangre enterrada; cuyas vidas, forman parte
de aquellos minutos, congelados, de los que dudamos; de aquellos minutos
exiliados, de nuestra almohada; de aquellos minutos desvanecidos, de las
manecillas del reloj; de aquellos minutos sin rumbo, en nuestro
calendario; de aquellos minutos camuflados de alegría, en nuestro armario.
Nuestros muertos, esqueletos de nuestra memoria, se descalzan a finales de
octubre y principios de noviembre, para que sus pies desnudos, nos hielen
la sangre de dolor, y nuestro corazón llore sin miedo.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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