!Hay
tantas guerras en el mundo que nunca conoceremos! Cuyas poblaciones son
aniquiladas; cuyas palabras son derrotadas; cuyos suspiros son
desdibujados, que es difícil, adentrarse en su geografía de la perdida.
Pero algunas veces, los medios de comunicación nos alertan sobre
guerras, invisibles, para nuestra rutina de pasos rápidos, envolventes,
trepidantes. Una de ellas, es la que se vive en la frontera del norte de Siria
con Turquía. "Kurdos y Turcos, combaten cuerpo a cuerpo en aldeas",
dice el titular de un periódico. Imagino, esas casas, construidas por los bisabuelos
o tatarabuelos, de los habitantes, que son destruidas por los intereses de
otros. Imagino, ese horizonte, de ceniza, que se cierne sobre la mirada. de los
que aman su realidad. Imagino, el llanto de las fotografías, arrojadas al
olvido sobre el fuego enemigo y solo puedo, llorar con ellas; solo puedo, dejar
de creer en una sociedad que todo lo convierte en dolor; solo puedo,
camuflarme, con esos muertos, que nunca volverán a soñar. Imagino, la soledad,
de los supervivientes, que anhelan no recordar; no ser parte de ese paisaje sin
sonrisa; no caminar en el hoy, sino volver a un pasado donde el eco era parte
de su despertar.
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